La belleza en la liturgia
Siempre los vemos parados al lado del Papa; son sus sombras, concentrados en sus movimientos y gestos; lo dirigen, le recuerdan lo que debe hacer; lo ayudan cuando se requiere; discretos e indispensables. Son los maestros de ceremonias papales. La gente reconoce sus caras como reconoce las caras de los Papas mismos. Durante casi todo el pontificado de Juan Pablo II el Maestro de Ceremonias del Papa fue el P. Piero Marini, quien fue nombrado arzobispo en 2003. Él sirvió a Benedicto XVI por casi dos años. En Octubre de 2007 un nuevo Maestro de Ceremonias apareció, por extraña coincidencia él tiene el mismo apellido pero su nombre de pila es Guido. El P. Guido Marini viene de Liguria. Nació en Génova en 1965 Después de sus estudios en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis en su ciudad natal, fue ordenado en 1989 por el Cardenal Giovanni Canestri. Continuó su formación en Roma, primero en la Pontificia Universidad Lateranense, en donde recibió su grado doctoral ‘in utroque iure’, y después en la Pontificia Universidad Salesiana, en donde estudió psicología de la comunicación. Luego de regresar a Génova, trabajó como secretario personal y maestro de ceremonias de los arzobispos: Cardenal Giovanni Canestri, Cardenal Dionigi Tettamanzi y Cardenal Tarcisio Bertone. Dá conferencias y cumpe varias funciones en la Curia local. En Octubre de 2007, Benedicto XVI lo nombró, al parecer siguiendo el consejo del Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarciso Bertone, Maestro de Ceremonias de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Papa. Así, el jóven sacerdote fue hecho responsable por la dura tarea de implementar la reforma de las celebraciones litúrgicas con el objetivo de regresar al verdadero espíritu de la liturgia.
Wlodzimierz Redzioch: ¿Cómo es la colaboración entre Benedicto XVI y Su Maestro de Ceremonias?, ¿el Papa lo decide todo?
Mons. Guido Marini: Primero, me gustaría resaltar que las celebraciones que preside el Santo Padre deben ser los puntos de referencia para toda la Iglesia. El Papa es el sacerdote superior, el que ofrece el sacrificio de la Iglesia, el que muestras la enseñanza litúrgica por medio de las celebraciones, el punto de referencia para todos. Considerando esta explicación es más fácil entender cual debería ser el estilo de colaboración entre el Maestro de Ceremonias papal y el Santo Padre. Uno debe actuar del modo que haga de las liturgias papales las expresiones de su autentica orientación litúrgica. Entonces, el Maestro de Ceremonias del Papa, debe ser siervo humide y fiel de la liturgia de la Iglesia. He entendido desde el mismo comienzo en este sentido mi trabajo en la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Papa.
Wlodzimierz Redzioch: Todos podemos ver los cambios introducidos por Benedicto XVI a las celebraciones litúrgicas. ¿Cómo podemos sintetizar estos cambios?
Mons. Guido Marini: Creo que estos cambios pueden ser sintetizados en la siguiente forma: primero que todo, estos son cambios hechos de acuerdo con la lógica del desarrollo de la continuidad con el pasado. Así que no estamos tratándo con el rompimiento con el pasado y yuxtaponiéndolo con los pontificados anteriores. Segundo, las cambios introducidos sirven para evocar el verdadero espíritu de la liturgia como lo quizo el Concilio Vaticano Segundo, ‘El “sujeto” de la belleza intrínseca de la liturgia es Cristo mismo, resucitado y glorificado en el Espíritu Santo, quien incluye a la Iglesia en su obra’.
Wlodzimierz Redzioch: Celebraciones dirigidas hacia la cruz, la Sagrada Comunión recibida directamente en la boca y de rodillas, momentos más largos de silencio y meditación, estos son los más visibles cambios litúrgicos introducidos por Benedicto XVI. Infortunadamente, muchas personas no entienden los significados teológicos e históricos de estos cambios y lo que es peor, los pueden ver como un ‘regreso al pasado’. ¿Puede brevemente explicar el significado de estos cambios?
Mons. Guido Marini: Para decirle la verdad, nuestra oficina ha recibido muchos testimonios de los fieles, que han recibido favorablemente los cambios introducidos por el Papa, porque ellos los ven como la autentica renovación de la liturgia. En cuanto a la significancia de algunos cambios diré algunas reflexiones sintéticas. Celebrar hacia la cruz reafirma la correcta dirección de la oración liturgica, i.e. hacia Dios; durante las oraciones los fieles no miran a sí mismos sino deben dirigir sus ojos hacia el Salvador. El dar las hostias a las personas mientras se arrodillan, busca dar valor al aspecto de la adoración tanto como elemento fundamental de la celebración y como la actitud necesaria mientras se está frente al misterio de la presencia real de Dios en la Eucaristía. Durante la celebración litúrgica la oración asume varias formas: palabras, cantos, música, gestos y silencio. Por otra parte, los momentos de silencio nos permiten participar verdaderamente en el acto de la adoración, y lo que es más, desde dentro evocar otra forma de oración
Wlodzimierz Redzioch: El Papa dá importancia a los ornamentos litúrgicos. ¿Es un asunto de mero esteticismo?
Mons. Guido Marini: Para entender mejor las ideas del Papa respecto al significado de la belleza como un importante elemento de las celebraciones litúrgicas, me gustaría citar la exhortación apostólica “Sacramentum Caritatis”, ‘La relación entre el misterio creído y celebrado se manifiesta de modo peculiar en el valor teológico y litúrgico de la belleza. En efecto, la liturgia, como también la Revelación cristiana, está vinculada intrínsecamente con la belleza: es veritatis splendor. [...] Este atributo al que nos referimos no es mero esteticismo sino el modo en que nos llega, nos fascina y nos cautiva la verdad del amor de Dios en Cristo, haciéndonos salir de nosotros mismos y atrayéndonos así hacia nuestra verdadera vocación: el amor. La verdadera belleza es el amor de Dios que se ha revelado definitivamente en el Misterio pascual. [...] La belleza de la liturgia es parte de este misterio; es expresión eminente de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del Cielo sobre la tierra. La belleza, por tanto, no es un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación’.
Wlodzimierz Redzioch: Benedicto XVI ha cambiado su férula pastoral, actualmente está usando la férula con forma de cruz. ¿Por qué?
Mons. Guido Marini: Me gustaría recordarle que hasta el pontificado del Papa Paulo VI los Papas no usaron crucifijo en absoluto, en ocasiones especiales llevaban la férula. El Papa Montini, Paulo VI, introdujo una férula con forma de crucifijo. Y así lo hizo Benedicto XVI hasta el Domingo de Pentecostés de 2008. Desde entonces ha estado usando férula porque Él cree que es más adecuada para la liturgia papal.
Wlodzimierz Redzioch: ¿Por qué es tan importante que la Iglesia preserve el uso del latín en la liturgia?
Mons. Guido Marini: Aunque el Concilio Vaticano Segundo introdujo las lenguas nacionales, recomienda el uso del latín en la liturgia. Pienso que es por dos razones que no debemos abandonar el latín. Sobre todo, tenemos una gran herencia litúrgica del latín: desde el canto gregoriano a la polifonía, así como los ‘testi venerandi’ (textos sagrados) que los Cristianos han usado por epocas. Además, el latín nos permite mostrar la catolicidad y la universalidad de la Iglesia. Podemos experimentar esta universalidad en una forma única en la Basílica de San Pedro y durante otra reuniones internacionales cuando hombres y mujeres de todos los continentes, nacionalidades, lenguas, cantan y oran en la misma lengua. ¿Quien no se va a sentir en casa cuando estando en una iglesia del extranjero puede unirse a sus hermanos en la fe, por lo menos en algunas partes, usando el latín?
Wlodzimierz Redzioch: ¿Está Usted de acuerdo que la fe del sacerdote se expresa en un modo especal en la liturgia?
Mons. Guido Marini: No tengo duda de ello. Porque la liturgia es la celebración del misterio de Cristo aquí y ahora, el sacerdote está llamado a expresar su fe de una manera doble. Primero, él debe celebrar con los ojos del que mira más allá de la realidad visible para ‘tocar’ lo que es invisible, i.e. la presencia y la obra de Dios. Es el ‘ars celebrandi’ (arte de la celebración) lo que le permite a los fieles constatar si la liturgia es sólo una presentación, puesta en escena por el sacerdote, o si es una relación vívida y atractiva con el misterio de Cristo. Segundo, después de la celebración el sacerdote está renovado y listo a seguir lo que ha experimentado, i.e. hacer de su vida una celebración del misterio de Cristo.
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